Un dia cualquiera

Vaya días raros. Estamos de fiestas y casi ni me entero de no ser porque el autobús va hasta arriba con gente medio pedo y con cachirulos al cuello, y yo de casa al trabajo, del trabajo a casa y esperando que llegue el finde para salir corriendo de aquí y desenchufarme el cerebro de trabajo y todo lo que pulula a mi alrededor.

Tengo ganas de tumbarme y no hacer nada, no pensar y dejar la mente en blanco, bueno, lo de dejar la mente en blanco es más complicado, siempre que lo intento empiezo a pensar en cosas a cámara lenta (será que pegan más con mi estado de relax).

Hoy he recibido un correo de un antiguo amigo para pedirme un pequeño favor. No me importa hacer favores, pero me fastidia para lo único que tengo noticias de él es para pedirme algo y el resto del tiempo no se acuerda de mi para nada, de hecho las veces que ha venido aquí (él es de Madrid) ni siquiera me ha llamado para tomar un café. Como estoy cansada de tanta tontería le he respondido con mi argumento, osea más o menos mandándole a la mierda, que ya vale de aprovechados.

Hoy viene a comer a casa Mini Shane (como lo lea me mata...), macarrones carbonara. Le tengo que explicar como funciona mi casa antes de dejársela para el puente. No es una casa domotica, ni de coña vamos, pero es una casa con trucos en plan... si quieres ver un DVD mp3 hazlo en el DVD y cambia el cable amarillo a la cadena de música, nada, cosas así, donde esta la comida de la gata, la persiana que esta estropeada... Me parece que le voy a ir haciendo una lista.

Hoy también hace día gris, así es el otoño.